Mi primer contacto con este establecimiento fue el pedir un café y un cuernito en una apuración que me surgió a mitad de una tarde lluviosa... Sin pensarlo mucho hice fila, entré, me embriague con su olor a pan recién horneado y la atención rápida y atenta que daban a los clientes delante de mi... Después hinqué el diente en mi pan y bebi un sorbo de mi café, y en ese momento supe que algo especial sucedía en ese momento.
El Itacate es la respuesta local a los vips, globos y panaderias de cadena que abundan por toda la república, y que tienen ese sabor que esas cadenas han perdido hace mucho tiempo... El sabor a casa.
Mi siguiente visita consistió en probar una de las delicias locales, los taquitos rojos de ternera... y creo que cumplieron con mis espectativas... estaban sabrosos y con un muy buen sabor. Previamente me puse a degustar mi sopa de tortilla (de la cual soy absoluto fan desde niño), y me sorprendió lo sencilla de su presentación, pero con un caldillo de tomate de muy buen sabor y quesillo oaxaqueño de la mejor calidad. Lo mejor vino con el postre, donde probé uno de sus míticos bisquets y además un poco de sus roles glaseados de canela, acompañado de un café lechero hecho en el momento (aunque no servido de la manera tradicional jarocha), lo cual vino a cerrar mi tarde de la mejor manera.
Todo esto fue delicioso, cumplidor y a un precio muy accesible, aunque quizás si limitado en sus porciones, pero perfectas para no comer de más y probar de todo un poco. Por eso, y mas que nada por la calidad de su pan y su café, fue que este lugar me cautivó, y lo considero una visita obligada para las personas que visiten esta ciudad, tan obligada como ir a la Cafetería Panamá en Mazatlán o al Café de los Portales en el mero puerto de Veracruz.
Mi corazón de nieto tragón quedó satisfecho...