Lo malo: instalaciones descuidadas, alberca muy pequeña (tal vez diseñada solo para niños), la habitación sencilla es claustrofóbica y las escaleras no tienen barandal. Los huéspedes vienen de la playa y/o alberca con las sandalias mojadas, vi a una persona resbalar en el penúltimo escalón.
Lo peor: el desayuno continental (pan de dulce, platito de fruta y café malo o té barato). Claro, por $50 puedes pedir huevos al gusto sin "disfrutar" de tu pan duro o tus cubitos de melón y papaya.
Lo bueno: las bebidas del bar (no probamos la comida) y los precios de las habitaciones en comparación con otros hoteles.
Conclusión: si su presupuesto es limitado no es una mala opción. Ignoren la alberca y vayan directo a la playa. Ignoren también el "desayuno incluido", para un desayuno de verdad hay que pagar o hacerlo en otro lado.