¡Me encantó quedarme aquí! Nara es una anfitriona genial, muy directa y clara, y es fácil trabajar con ella. Eso sí, no esperen que los sirvan. Se te trata con respeto aquí, y se es muy autónomo. Hay que ser respetuoso cuando hay clases de yoga o sesión de masajes. Hay tres búngalos y mi habitación fue perfecta. Tenía una cama, mesa de luz, un escritorio con silla, percheros y algunas perchas. Hasta había un mosquitero para la cama y toallas limpias. Incluía una ducha y baño privados aparte, a pocos pasos de distancia. Todas las mañanas hacían la cama. La cocina tenía todo lo que necesitaba para cocinar en casa. Hay muchos locales/negocios con todos los comestibles/suministros necesarios a muy poca distancia caminando. Las playas quedan muy cerca, igual que una gran diversidad de excelentes lugares para comer, algunos económicos, otros más caros. La plaza central queda a menos de 8 minutos de caminata llevadera y segura. De hecho, toda la comunidad es muy segura. Sin embargo, el barrio puede ser bastante ruidoso por las noches. Pero esa es la naturaleza del lugar: gallos a toda hora, perros que ladran y los fines de semana se escucha música desde la plaza. Todo esto es inevitable a menos que se gaste mucho dinero en un fino resort con aire acondicionado y dejando las ventanas cerradas. (¿Para qué ir a Sauylita a dormir en una habitación con aire acondicionado? ¡POR FAVOR!). Wi-Fi gratuito para revisar ocasionalmente el correo electrónico. Y, si lo necesitan, un estéreo para ubicar el teléfono/portátil/i-cosa. Me volvería a quedar aquí, seguro. Me encantó, me sentí muy cómodo y me encantó la ubicación. Fue un punto a favor inmenso tener varias clases de yoga apenas pasando la puerta de mi habitación, debajo de una hermosa palapa, con un gran programa.