No es la primera vez que vengo a este Mesón en el centro de Querétaro. No obstante lo incómodo de las habitaciones, el precio de la habitación y el desayuno rescataban la estancia. Últimamente el Mesón recibe grupos grandes (familias y amigos) de gente muy humilde y sin educación que al regresar a sus habitación después de irse de fiesta, llegan gritando, corriendo y hablando en voz alta, deambulando por los pasillos, despertando a los demás huéspedes, situación de lo cual los encargados se desentienden y no hacen nada al respecto. La encargada Alma Leticia Morales Pérez es la más grosera e indiferente. No había toallas en la habitación, cuando un día antes habíamos usado las toallas que nos dieron. Cuando le pedí toallas para que los ocupantes de la habitación pudiéramos bañarnos, me respondió que no había y que no era obligación de darnos toallas, le pedí el número del gerente para expresarle mi inconformidad, pero no fue su deseo proporcionármelo. No recomiendo más este lugar que más bien parece un campamento. Hagan su reservación bajo su propio riesgo.