Llegamos a la tarde de un sábado y las luces encendidas en sus altos pasillos permitían ver la hermosa vegetacion del jardín, y, al interior macetas de cerámica colgadas, alebrijes y pequeña sillas pintadas a mano, o un huacal con cojines bordados que invitaba a sentarse y disfrutar ése entorno, el cielo y un reflejo de agua con peces abajo. La atencion del matrimonio que ha creado el lugar, es cálida y cercana. Eric te platica todo lo que hay de interés para visitar mientras dibuja con planitos fabulosos el recorrido. La limpieza de los cuartos y ropa blanca impecable . Volvería siempre a este sitio por la belleza de cada rincón donde mires descubres la belleza y amor puesto en los detalles .