Desde 1996 cada que voy a Tlaxcala procuro hospedarme en este hotel, muy bien ubicado en la Plaza de la Constitución de la capital del estado, habitaciones cómodas, limpias. Una construcción centenaria en la fachada, muy bien conservada. Un restaurante rescatable, creo que deberían regresar a los desayunos a la carta en lugar del bufet. Un bar muy agradable. Algunos muebles y equipamiento de los baños de las habitaciones están maltratados y fueron arreglados con no muy buenos resultados pues dan una imagen de descuido y deterioro. Cuenta una leyenda que es posible encontrarse o escuchar fantasmas, no sé si en un afán de contribuir al ambiente de misterio dejan apagadas las lámparas del camino al estacionamiento que de por sí es lúgubre. Si son enemigos del ruido no vayan en noviembre que es la Feria de Tlaxcala porque muchos huéspedes llegan de madrugada después de las presentaciones del palenque, entonados y alborotando.