Hemos pasado una semana en este hotel y hemos de decir que nos ha encantado. Hemos ido un matrimonio con dos niñas adolescentes.
Hay que destacar la amabilidad de todos sus trabajadores. Agradecer a Alejandro la gestión de la reserva, ya que la hice directamente con el hotel, y vale la pena. Los animadores son muy simpáticos, Marko es una máquina y nos reímos mucho con Mateo y sobretodo Cristian. Los camareros muy amables, como por ejemplo Manuel que era muy simpático (no me quedé con el nombre de todos, pero son todos geniales). Muy amable también Belén (creo recordar que era así su nombre). Perdón si me dejó alguien de nombrar o me equivoco de nombre, pero de verdad genial todos y cada uno.
La limpieza de los apartamentos excelente, hemos de nombrar en especial a Susana, que todos los días nos tenía caramelos y una toalla con la forma de un animal cada día (tiene mucho arte y se lo hicimos saber al irnos en una nota, espero que la lea).
La comida también muy buena. Juan Silva es su jefe de cocina, y he de decir que cocina de lujo y tiene un gran equipo con él. Ni una queja, además el sábado hizo una demostración en el espacio de la piscina de cómo hacer una paella y con degustación gratis, siempre estuvo atento para aconsejarnos qué comer en especial, e incluso se acercaba a las mesas a saludarnos e incluso nos pudimos despedir de él la última noche para desearnos un buen viaje de vuelta.
Además las cenas han estado amenizadas por un pianista que toca de maravilla.
Suena a reseña demasiado perfecta, pero es que es así. Parece un hotel creado para sentirte como en casa, muy familiar todo y es muy de agradecer.
Lo dicho, muy aconsejable sobretodo para familias con niños pequeños, muy muy cerca de la playa, la cual es muy tranquila y no tuvimos problema de espacio.
Seguro que volveremos.