La ubicación es perfecta, situado prácticamente al lado de la estación de metro Washington Square, donde paran un número importante de líneas permitiéndote desplazarte a cualquier punto de la ciudad.
El personal en su gran mayoría atento, profesional, amable y cercano.
La habitación era de vergüenza caracterizada por el olor a humedad y donde la limpieza y la ventilación dejaban mucho que desear. Las ventanas daban a un pequeño patio donde había una chimenea de cocina y multitud de aparatos de aire acondicionado. Si conseguías abrir las ventanas, el olor era irrespirable. Teníamos que elegir entre la peste a humedad de la habitación o los gases que entraban si abrías la ventana.
La limpieza dejaba mucho que desear, el baño está muy viejo y debería limpiarse más a fondo, además la bañera tenía cortina, que unido a la moqueta de la habitación daba sensación de suciedad.
El confort no era el adecuado ya que el colchón de matrimonio no ofrece toda la comodidad que debería, demasiado blando y transmite todos los movimientos de tu pareja.
A pesar de estar en la ciudad de New York, el precio no se corresponde con la calidad del alojamiento que ofrece este hotel.