LA ISLA
La partida del puerto de Chiquilá al atardecer, anticipó lo que íbamos a encontrar. No podíamos haber elegido mejor momento para ese corto tramo en ferry entre ambos pequeños puertos. A nuestra llegada nos esperaba una larga fila de carritos de golf que fungen cómo taxis (150 pesos mex nos cobró por llevarnos hasta el hotel, unas 12 o 13 cuadras, el taxi más caro de mi vida) y son los únicos vehículos autorizados a circular por la isla.
Una sorprendente agitación y vida en la calle nos recibió, nada más salir del puerto, los bares, tiendas, restaurantes, se suceden uno tras otro y una interesante mezcla de extranjeros y lugareños pululan por doquier. Pudimos observar en nuestro trayecto desde las típicas taquerías hasta muy bien ambientados restaurantes, pasando por toda la gama de bares, boliches, comida al paso, fusión, pizzerías, un sinfín de posibilidades para todos los gustos y presumo que bolsillos.
Fuimos dejando atrás el bullicio y la intensidad de la concentración comercial y nos adentramos en una zona más despojada y tranquila dónde, a pocas cuadras, el taxista nos dejó en la puerta del hotel.
Conforme fueron pasando las horas y la noche dió paso al día, comenzaron a revelarse elementos y situaciones que la noche habían ocultado: la isla se encuentra en grave situación con respecto a la intervención urbana y el exceso de personas que puede albergar un territorio tan pequeño. Sumado a una inexplicable indiferencia para el tratamiento del sargazo, que se acumula en forma excesiva en la orilla de la playa, configuran un ambiente de fétido aroma, entre el olor a podrido del sargazo y el olor a orina que impregna toda la isla.
Algunos hoteles y clubes de playa limpian el sargazo y lo sacan pero otros lo barren de su sector y lo acumulan en la misma orilla de su porción de playa, inexplicable!!! Ellos mismos arruinan la playa donde están instalados.
Sumado a estos complejos problemas, la isla está permanentemente semi inundada, calles enteras intransitables y el centro mismo se torna imposible de recorrer luego de una lluvia, aquí hay un severo problema ecológico y las autoridades medio ambientales deberían tomar medidas urgentes.
Otro punto preocupante es la cantidad de perros en la playa, parece ser el paseo preferido de los dueños de perros y el hábitat de los perros sueltos, con todos los peligros que entraña para las personas el contacto de la piel con las heces de perros en la arena.
Salvo la parte del pueblo más alejada del centro hacia Punta Mosquitos, la isla dista mucho de poder ser considerada un lugar natural, el grado de intervención y acción humana es de tal magnitud que ya no tiene sentido alguno que se la "venda" cómo un lugar natural y ecológico dónde andar en auto está prohibido y todo transcurre en calma y paz en armonía con la naturaleza. Por el contrario, el ruido ensordecedor de los infinitos carros pasando en uno y otro sentido, la música estruendosa en cada uno de los boliches, bares y clubes de playa y cientos, quizás miles, de turistas yendo y viniendo a lo ancho y lo largo de las pocas cuadras que configuran este pueblito encantador, lo dejan muy lejos de la posibilidad de ser considerado un lugar de serenidad y comunión con la naturaleza.
Están matando la gallina de los huevos de oro, Holbox se está convirtiendo a pasos agigantados en una nueva isla Mujeres o Tulum, que han perdido totalmente su encanto y se han transformado en supermercados del turismo masivo, sin reparar en que para ir a isla Mujeres hay solo media hora de ferry desde Cancún y a Tulum una hora en auto por autopista, pero llegar a Holbox lleva más de 3 horas entre traslado y embarcación y sale muchísimo más caro. Ojalá los holboxeños reflexionen y pongan freno a este supuesto progreso, que en realidad, los está arruinando a toda velocidad.
EL HOTEL
Verlo y amarlo fue todo uno. Superando mis expectativas, el hotel es una preciosa combinación de rusticidad, sencillez, confort, placer y muy buen gusto, que se ve reflejado tanto en el diseño arquitectónico como la decoración y la calidad del amoblamiento y la ropa blanca. Una caja fuerte y aire acondicionado son las concesiones a la modernidad y el confort, el resto es una deliciosa mezcla de elementos naturales que concluyen en una preciosa propuesta hotelera. Luego del largo viaje, un buen baño con buena ducha e introducirse en las sábanas suaves fue un placer, muy buena ropa de cama, excelentes toallas y buenos colchones y almohadas.
A la mañana el sol nos sorprende con nuevas imágenes que nos hacen aún más acogedor el hotel: una estupenda piscina a nuestros pies y dos hamacas paraguayas en el pequeño porche de acceso a la habitación, un deck de madera que funge como acceso a la piscina y los distintos bungalows, tanto la piscina como los senderos y el jardín están desarrollados respetando la vegetación existente, encontramos una preciosa biblioteca, descubrimos rincones dónde descansar, leer o conversar, yendo hacia la playa nos sorprende otra piscina en el sector de los otros bungalows y ya mirando el mar, un sector de reposeras y palapas flanqueadas por grandes árboles que dan una linda sombra.
La vegetación pulula en el hotel y realmente te hace sentir en la selva, muy agradable recorrer los senderos llenos de flores, plantas y árboles donde las lagartijas viven de fiesta.
Cruzando la calle, nos espera la playa, sin duda la mejor de la isla, dónde encontramos reposeras bajo un toldo y una cancha de voley, todo perteneciente al hotel.
El desayuno nos resultó demasiado básico, algo de fruta, café, un vaso de jugo y para elegir entre algunas propuestas de comida ( elegimos omelette), nos faltó pan, mantequilla, queso y algo dulce: mermelada, torta, etcétera, a lo que estamos acostumbrados en el sur de América.
EL RESTAURANTE DEL HOTEL
Si bien los precios los encontramos un poco caros en comparación con otros lugares del Caribe mexicano, es entendible que al ser un restaurante de hotel, en una isla y además recibir un turismo que claramente tiene poder adquisitivo, los precios no sean módicos. La comida es correcta, sin nada específico para alabar ni objetar, nos llamó la atención que no tienen refrescos. También tienen servicio de bar y restaurante a la playa.
LA HABITACIÓN
Nos hicieron un upgrade a bungalows en la piscina familiar, gracias Adán!
Decir que es preciosa no le hace justicia, es mucho más: cálida, cómoda, amplia, muy bien distribuida, las camas confortables, los colchones y almohadas excelentes, muy buena ropa de cama y baño, la separación de las áreas del baño, atrás del sector de cama, muy bien ideado, con la ducha, los lavamanos y el inodoro todos separados, cuenta con aire acondicionado, ventilador de techo, caja fuerte y cafetera y todos los días dejan botellitas de agua mineral. La habitación es una oda al buen gusto y el charme rústico, totalmente apropiado a la atmósfera y características de la isla.
SUGERENCIAS
Urgente! cambiar el toldo de nylon de la playa por una o varias palapas naturales, un hotel como este no puede tener esa cosa tan horrible justo en el lugar donde los huéspedes pasamos la mayor parte del día y hacer el área de sombra más extensa, solo quedan 6 tumbonas con sombra, el resto queda al sol. .
Poner frigobar en las habitaciones.