Es un local pequeño situado en frente de la calle del embarcadero de Dungarvan. Pasa prácticamente desapercibido. El interior es cálido con un cierto aire a local francés de moda con mesas de madera y poco espacio entre ellas. El personal correcto y agradable, en línea con lo que te encuentras en los pueblos de Irlanda. La gran sorpresa fue probar uno de los pasteles que tenían en su carta... en concreto fue "sticky toffee with ice cream" o algo así. Sinceramente creo que es el mejor pastel que he tomado en mi vida. Pero es que probé el que pidió mi mujer (no recuerdo el nombre) y era sublime también. En definitiva, muy recomendable para un "tea and cake"!
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