Es un hotel que te transporta a los años 80, lo cual también tiene su encanto. Habitaciones muy amplias, con techos de madera y una bañera inmensa. TV y nevera, camas cómodas y lo mejor, una terraza con unas vistas espectaculares. Veíamos desde nuestra habitación el golfo de Nicoya. Bien ubicado cerca de casi todo, y un personal de lo más amable sobre todo en recepción. Llegamos a las 10 de la mañana y ya nos permitieron dejar todo en nuestra habitación para comenzar nuestras visitas, lo cual es un detallazo por su parte. Los desayunos fueron de una variedad escasa, y en nuestro caso, fue el hotel de nuestro recorrido donde estuvo más justo de calidad, pero es más que suficiente para comenzar bien el día. Hay que tener en cuenta que es hotel de tres estrellas, así que en general es un buena elección.